En esta guía te explicamos qué lo causa, qué síntomas genera, cómo se diagnostica y cuáles son los tratamientos más efectivos.
El vértigo es la sensación de giro o movimiento cuando todo está quieto.
No es simplemente “mareo”: tiene su origen en el sistema vestibular, ubicado en el oído interno, que se encarga de mantener el equilibrio y la orientación en el espacio.
Cuando ese sistema se altera, el cerebro recibe información contradictoria sobre la posición del cuerpo y eso genera la sensación de que todo se mueve, aunque estemos inmóviles.
En muchos casos, las personas piensan que es un problema de la cervical o de la presión, pero en realidad, la causa suele estar en el oído interno.
La diferencia principal entre vértigo y mareo radica en la percepción del movimiento:
el vértigo implica una sensación ilusoria de giro o movimiento de uno mismo o del entorno, mientras que el mareo es una sensación general de inestabilidad, aturdimiento o desvanecimiento, sin percepción de giro.
Entre sus síntomas más comunes se encuentran:
El mareo puede deberse a múltiples causas: bajada de presión arterial, ansiedad, deshidratación, hipoglucemia o efectos secundarios de medicamentos.
Generalmente es de corta duración y no suele incapacitar a quien lo experimenta.
Los síntomas varían según la persona y la causa, pero los más comunes incluyen:
Sensación de giro o balanceo del entorno
Inestabilidad al caminar o al levantarse
Náuseas, vómitos y sudoración
Palpitaciones o ansiedad durante el episodio
Hipersensibilidad al movimiento de cabeza
Dificultad para enfocar la vista o movimiento involuntario de los ojos (nistagmo)
En algunos casos, los síntomas pueden durar segundos; en otros, horas o días.
Si el vértigo se repite o limita tus actividades, es importante buscar una evaluación especializada.
Conocé la rehabilitación vestibular, el tratamiento específico para los síntomas de vértigo.
Existen dos grandes tipos de vértigo según el lugar donde se origina el problema:
Se produce por una alteración en el oído interno o el nervio vestibular. Es el tipo más común y suele manifestarse con vértigos breves, desencadenados por movimientos de cabeza o cambios de posición.
Tiene origen en el cerebro o el tronco encefálico y suele acompañarse de otros síntomas neurológicos, como dificultad para hablar o debilidad en extremidades. Requiere abordaje interdisciplinario.
El vértigo puede tener múltiples causas, pero la mayoría se originan en el oído interno.
Las más frecuentes son:
Vértigo posicional paroxístico benigno (VPPB): cuando pequeñas partículas de calcio (otolitos) se mueven fuera de su sitio y estimulan erróneamente los canales del equilibrio.
Neuronitis o laberintitis vestibular: inflamación del nervio del equilibrio, generalmente por una infección viral.
Enfermedad de Ménière: se debe a un exceso de líquido en el oído interno, generando vértigo con zumbidos (tinnitus) y pérdida de audición.
Migraña vestibular: las personas con migraña pueden sufrir episodios de vértigo con o sin dolor de cabeza.
Trastornos circulatorios o neurológicos: en casos más complejos, el origen puede estar en el cerebro o las vías nerviosas del equilibrio.
Un diagnóstico correcto permite tratar la causa de forma precisa.
En una evaluación vestibular se suelen incluir:
Historia clínica dirigida: se analiza cómo, cuándo y cuánto duran los episodios.
Maniobras específicas: como la maniobra de Dix-Hallpike, que permite detectar un vértigo posicional.
Pruebas vestibulares: estudios como el vHIT, videonistagmografía (VNG) o VEMP, que evalúan la respuesta del oído al movimiento y al sonido.
Imágenes por resonancia o Doppler: cuando se sospecha un origen central o neurológico.
Un diagnóstico correcto permite tratar la causa de forma precisa.
En una evaluación vestibular se suelen incluir:
Historia clínica dirigida: se analiza cómo, cuándo y cuánto duran los episodios.
Maniobras específicas: como la maniobra de Dix-Hallpike, que permite detectar un vértigo posicional.
Pruebas vestibulares: estudios como el vHIT, videonistagmografía (VNG) o VEMP, que evalúan la respuesta del oído al movimiento y al sonido.
Imágenes por resonancia o Doppler: cuando se sospecha un origen central o neurológico.
El tratamiento depende del tipo de vértigo, pero en la mayoría de los casos se basa en tres pilares:
Maniobras de reposicionamiento canalicular: ayudan a devolver los otolitos a su lugar, especialmente en el VPPB.
Rehabilitación vestibular personalizada: ejercicios diseñados para reeducar el equilibrio, mejorar la estabilidad y reducir el mareo.
Educación y ejercicios domiciliarios: el paciente aprende posturas y hábitos que evitan recaídas.
También puede recomendarse una dieta baja en sal (especialmente en enfermedad de Ménière), evitar movimientos bruscos y mantener una postura erguida.
En casos agudos, el especialista puede indicar medicación temporal para aliviar síntomas.
Conocé más sobre la rehabilitación vestibular y ejercicios para recuperar el equilibrio.
Consultá si:
El vértigo aparece de forma repetida.
Dura más de unos minutos.
Se asocia a zumbidos, pérdida de audición o visión doble.
Te impide trabajar, conducir o realizar tus actividades cotidianas.
En CERFAC queremos que recuperes tu equilibrio, tu seguridad y tu calidad de vida.